Entre tanto brillo, fichajes galácticos y nombres de portada, a veces la solución se encuentra mirando, sencillamente, al corazón del área. Y ese corazón, hoy, lleva el nombre de Ante Budimir, el delantero de Osasuna que ha enamorado al Real Madrid y, sobre todo, a Xabi Alonso. Porque sí, en Valdebebas tienen las luces largas puestas, saben que hay noches y rivales que piden lucha y oficio, remate y sacrificio. Y ese perfil, el del rematador infalible, el hombre del gol sencillo y el trabajo silencioso, es el que ahora está más cerca que nunca del Bernabéu.
El Madrid está en ello, y va muy en serio. El club blanco busca un perfil de delantero similar al de Joselu, ese ‘plan B’ milagroso que tanto ha dado en noches complicadas. Xabi Alonso lo tiene claro: “Necesitamos algo distinto a lo que ya tenemos”. Y es que por mucho que Vinicius conduzca como un Fórmula 1, Endrick prometa noches legendarias y Mbappé despierte sueños húmedos en la grada, a veces la Champions se decide con un cabezazo en el minuto 89 en un córner. Ahí, la diferencia la marca un tipo como Budimir. Un delantero que sólo piensa en el área, al que no le tiembla el pulso, que no pide focos pero anota cuando las piernas tiemblan.
Budimir, a sus 34 años, está cuajando la mejor temporada de su carrera. Veinticuatro goles en cuarenta y dos partidos no es una racha, es una declaración de intenciones. Ni Betis, ni Real Sociedad, ni siquiera la Juventus o la Roma han conseguido convencerle aún. El Madrid lo quiere y ha sacado la calculadora: ocho millones de cláusula y un contrato de un año con salario alrededor de tres millones, para el ariete croata. Pero el club blanco no quiere meter prisa ni tensar la cuerda con Osasuna. Hay respeto. Por eso, en la negociación aparece una carta más: la posible cesión de una joven perla. Y ahí aparecen los nombres de Gonzalo, máximo goleador del Castilla, o Álvaro Rodríguez, el ‘tiburón’ que ya sabe lo que es merodear el área de Primera. Una jugada maestra que ilusiona también en El Sadar.
Por la cabeza de Budimir, tranquilidad. Nada de forzar salidas, ni gestos feos: declara amor eterno a Osasuna y hace suyo el ‘si tiene que ser, será’. Un tipo agradecido, sereno, que no se despeina ni para meter tres goles en una noche. No hará ruido. Pero, si el Madrid toca su puerta, sabe que probablemente sea la última oportunidad de su carrera de pisar la historia por la puerta grande. Y eso, para cualquier delantero, es un tren que no siempre pasa más de una vez.