La maquinaria de Jorge Mendes vuelve a girar. El súper-agente portugués, fino olfateador de oportunidades y arquitecto de traspasos imposibles, ha vuelto a poner un caramelo sobre la mesa del Barça. Esta vez, lleva el nombre de Denzel Dumfries grabado en letras de oro. El lateral derecho del Inter, internacional, potente, de esos que cabalgan toda la banda como si cada partido fuera la final de la Champions, ha sido ofrecido al club azulgrana en condiciones económicas que, honestamente, invitan al menos a pensárselo dos veces.
Por 25 millones de euros, el que venga con la decisión tomada antes del 15 de julio, se lleva a Dumfries. No es humo ni castillos en el aire; es una cláusula a prueba de especulaciones y regateos, el típico movimiento quirúrgico de Mendes: aprovechar el contexto de un Inter necesitado de vender tras perder a su entrenador estrella, abrirle la puerta a uno de sus activos más valiosos y, de paso, tenderle una alfombra roja a Hansi Flick, flamante técnico blaugrana, que tiene al neerlandés entre ceja y ceja desde hace semanas.
En Can Barça, empiezan a tomar nota. “Aviones” por banda, pide Flick, alguien capaz de subir y bajar, de ser piedra y seda, músculo y talento. El alemán buscaba a Frimpong, ese rayo del Leverkusen, pero el Liverpool se fue a la Premier a romper el mercado con cifras de otra galaxia. Por eso, el nombre de Dumfries, con 29 años y experiencia internacional en la mochila, contrato hasta 2028, gana puntos cada día. No sólo sería un recambio de lujo para Jules Koundé —demasiadas veces forzado fuera de sitio—, sino una carta ganadora para competir contra los colosos europeos.
Ahora bien, el contexto económico es el que es. El Barça va con la calculadora en la mano. Prioridad máxima, dinamitar una banda con Nico Williams; después, sumar piezas estratégicas dependiendo de las salidas. Mendes sabe mover los hilos y dejar la pelota botando en el área. Dumfries es un fichaje para tres o cuatro años, un jugador valorado en hasta 35 millones que, durante este pequeño paréntesis, podría salir por un precio muy por debajo de mercado. Eso sí, la decisión, como en una tanda de penaltis europea, tiene fecha de caducidad: antes del 15 de julio.
La secretaría técnica azulgrana le pone por delante de opciones como Vanderson: Dumfries es físico y carácter, experiencia y liderazgo. Es pensar en Champions, músculo para encarar al City, al Bayern o al PSG en noches donde sólo sobreviven los más hechos.
A estas alturas, la pelota está en el tejado del club culé. Si abren la puerta a los aviones por la banda, Dumfries puede aterrizar en el Camp Nou para elevar el nivel y devolverle al Barça esa amenaza por los costados que tantas veces echó en falta. Mendes observa, sonriente, desde la banda, sabiendo que, a veces, la mejor jugada es la que se hace en el último minuto del mercado.