Rodrigo De Paul, pulmón, motor y fibra de este Atlético de Simeone, vive una odisea de despachos y silencios que lo tienen en el epicentro del tablero rojiblanco. La renovación de su contrato es el thriller de una primavera larga y tensa: las negociaciones, atascadas en el barro desde enero, escenifican el clásico tira y afloja entre lo que pide el entorno del jugador y lo que el Atlético quiere ofrecer.
Rodrigo De Paul no es uno más. Para Simeone es el comandante de centro del campo, ese perfil de guerrillero que combina pierna fuerte con visión fina, capaz de mezclar la brega con la asociación y el liderazgo con la pausa. En su libreta no hay dudas: lo quiere, lo necesita y sabe que, si le dejan, puede exprimirle mínimo una temporada más. Pero el fútbol, como la vida, va de negocios y del reloj que no perdona. De Paul suma 31 años y le queda un solo año de margen antes de quedar libre en 2026. Por eso, en el Metropolitano han puesto el ultimátum: o renueva en las próximas semanas, o colgarán el cartel de “Se vende” a la primera oferta potente que pase de los 30 millones.
El argentino conoce perfectamente los vaivenes de la profesión. Llegó hace cuatro veranos, desde Udinese, en una operación de 35 millones que generó ilusión y ciertas dudas. Cuatro años después, el balance es impecable: 53 partidos disputados esta campaña, tres goles, nueve asistencias y la inconfundible sensación de que, cuando el mediocampo rojiblanco parece zozobrar, un tipo como De Paul es el primero en agarrar el timón y marcar el rumbo. No están las cifras para tirar cohetes, pero esto no va solo de números; va de carácter y jerarquía en una plantilla a la que nunca le sobran galones.
Sin embargo, no todo es tan sencillo. De Paul quiere quedarse, sí, pero las conversaciones con el club se han enfriado. No ayuda el distanciamiento entre sus representantes y el área deportiva, ni las exigencias económicas propias de una figura veterana con cartel. El Atlético, por su parte, maneja el cronómetro y la calculadora, consciente de que este verano es la última oportunidad para hacer caja por el argentino antes de que empiece la depreciación contractual. El mercado acecha y las ofertas suenan.
Desde Italia, tierra de “registas”, la Juventus y el Inter se relamen ante la posibilidad de un fichaje de garantías: experiencia, músculo, calidad y veteranía, justo lo que necesitas cuando luchas por títulos pero buscas inteligencia en la sala de máquinas. Del otro lado, el Galatasaray pregunta, tantea y espera a que De Paul agote sus últimas horas en la ribera del Manzanares.
Hoy, Rodrigo De Paul tiene un valor de mercado de 25 millones, lejos de los 35 que pagó el Atleti y por debajo de esa cifra mágica que exige Gil Marín para negociar. Con el futuro escrito a medias y las incógnitas al alza, Simeone, De Paul y el Atleti afrontan un verano de definiciones. Aquí no caben medias tintas ni sentimentalismos: o renueva y alarga la historia, o preparan las maletas y reparten el adiós.