Metidos de lleno en la vorágine del mercado, el Real Betis Balompié tiene una misión clara: encontrar el relevo perfecto para Johnny Cardoso. El estadounidense, fijo en los esquemas de Pellegrini, está a punto de hacer las maletas rumbo al Atlético de Madrid y en Heliópolis no quieren perder ni un minuto en reforzar el centro del campo.
Ahí es donde aparece Enzo Barrenechea, un nombre que empieza a sonar cada vez con más fuerza en los pasillos del Benito Villamarín. Argentino, joven y con paso firme, Barrenechea es propiedad del Aston Villa pero viene de firmar una temporada para enmarcar en el Valencia. A las órdenes de Rubén Baraja jugó 32 partidos, marcó un gol, dio dos asistencias… pero, sobre todo, fue esa clase de futbolista que da equilibrio, orden, músculo y talento al mediocampo. El peón que todo entrenador quiere tener, el comodín que nunca molesta y casi siempre suma.
Los informes son inmejorables y el propio Betis lo tiene claro: la operación es posible, el perfil encaja y el vestuario sería un hábitat natural para el argentino. ¿El obstáculo? El de siempre: el dinero. El Aston Villa, club matriz y con Monchi a los mandos, no ha cerrado la puerta de salida. Al revés, saben que Enzo no tiene hueco en la actual plantilla y están dispuestos a escuchar ofertas. ¿El precio? Diez millones, ni un euro menos. Cantidad razonable para un jugador con proyección y que ya ha demostrado que puede rendir en LaLiga.
La competencia está servida. El propio Valencia quiere retenerlo, hay clubes de Europa que siguen de cerca sus pasos… Pero el proyecto del Betis seduce, y seduce mucho. Porque aquí, en este Villamarín que ruge cuando la grada huele fútbol de calidad, Enzo puede ser más que una promesa: puede ser un protagonista que enlace el presente con el futuro.
La trayectoria de Barrenechea impresiona a cualquiera: forjado en la cantera de Newell’s Old Boys, pulido en el Sion suizo, descubriendo Italia con la Juventus y el Frosinone, y ahora, después de su paso por Inglaterra, asentado en el escaparate de LaLiga. Un trotamundos del balón que, con apenas 23 años, está listo para asentar la cabeza y liderar un proyecto europeo como el del Betis.
Además, su perfil encaja como anillo al dedo en lo que necesita la escuadra verdiblanca: juega de pivote, no se arruga con balón, tiene capacidad de sacrificio, recorrido, disciplina táctica y ese punto de energía que reclama el fútbol moderno. Un ‘stopper’ con clase, capaz de ajustar líneas, dar salida y, si hace falta, poner ese punto de garra tan necesario en las noches grandes del Villamarín. Justo lo que pide Pellegrini para no echar de menos a Cardoso.
Por supuesto, la dirección deportiva tiene más nombres en la recámara, como el del danés Morten Frendrup, del Genoa, pero, a día de hoy, no hay negociaciones abiertas. El foco, sin disimulos, está en Barrenechea. Y si algo ha demostrado el Betis estos años es que, cuando ha ido detrás de un futbolista que ilusiona de verdad, pelea hasta el último minuto para verlo vestido de verdiblanco.