Carvalho negocia su salida a Qatar

William Carvalho pone fin a su etapa en el Real Betis después de siete años vestido de verdiblanco. Una despedida a fuego lento, sin ruidosas portadas, pero con ese poso inevitable de los que han dejado huella en silencio.

El portugués no se presentó a los últimos reconocimientos médicos, con permiso del club, negociando en la sombra su inminente traspaso rumbo a Qatar. La noticia, aunque previsible, cae como un jarro de agua fría entre los que entienden que todo ciclo, incluso los menos lúcidos, merecen respeto. Así de imprevisible es el fútbol: un año de contrato aún por delante y, sin embargo, el destino le señala lejos del barrio de La Palmera.

Carvalho ha sido mucho más que un futbolista en esa plantilla. Con 32 años, era el auténtico decano, el más veterano del vestuario, superando incluso a ese caballero inglés de los banquillos llamado Manuel Pellegrini. Y a pesar de la jerarquía que otorga la experiencia, los minutos de calidad terminaron por escurrirse de sus botas como agua entre los dedos.

No han faltado intentonas de marcharse. Ya el pasado verano, con los petrodólares de Arabia Saudí tentando desde la distancia, parecía que las maletas volaban solas. Pero entonces no se alinearon los astros, y Carvalho siguió firmando tarjetas, aunque cada vez más cerca del banquillo que del césped.

Esta última temporada fue, quizás, la más ingrata para él. Una grave lesión le dejó fuera de combate en el arranque y, cuando regresó en primavera, ya nadie esperaba milagros. Su papel, salvo en la sacrosanta Copa del Rey de la campaña 2021-22 —donde fue actor principal en la gloria bética—, se fue quedando pequeño, casi testimonial, en el día a día de la batalla liguera.

El Betis pagó por él la friolera de 20 millones de euros, un peaje elevado por un jugador del que se esperaba liderazgo y regularidad. Si se mide por rentabilidad, la cuenta no sale; si se mide por capitán silencioso, por compañero cabal, la historia es otra. Ahora su marcha libera una de las fichas más elevadas en la nómina heliopolitana, respiradero necesario para un club siempre pendiente del equilibrio financiero. Habrá que ver, eso sí, si el adiós le cuesta algo más al Betis en concepto de compensación.

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