Fichar bien no es solo cuestión de nombres, sino de acertar el tiro y leer el futuro antes que nadie. Por eso, en plena euforia por el título de Copa y la explosión de un proyecto que sigue creciendo, el Athletic Club ya tiene su primer refuerzo del verano: Robert Navarro, navarro de cuna y de ambición, que firma con los leones hasta 2030. Un compromiso largo, de esos que no dejan lugar a dudas: la apuesta es seria, el convencimiento también.
Navarro aterriza en Bilbao libre, tras cerrar etapa en el RCD Mallorca. Allí, entre la brisa mediterránea y el olor a sal, ha acumulado 25 partidos y una diana, hasta que la lesión llamó a su puerta en marzo para recordarle lo frágil que puede ser este circo llamado fútbol. Pero el chico tiene coraje y hambre de redención, y el Athletic nunca ha sido club para cobardes.
La hoja de ruta parece clara en Ibaigane: Navarro llega para ser el relevo natural de Oihan Sancet en la mediapunta, sin renunciar a su polivalencia, listo para vestirse de extremo en cualquiera de las dos bandas si hace falta. Un perfil diferente, chisposo, con esa capacidad para aparecer donde menos se le espera. Y con una experiencia impropia en alguien que solo cuenta 23 años en el carné.
Porque Robert Navarro no tiene pasado cualquiera. Lo suyo es clase itinerante: cantera en Osasuna, cuna legendaria; paso por La Masía del Barça, donde los sueños se educan a golpe de pase corto; salto al Mónaco y debut con tan solo 16 años bajo la atenta mirada de Thierry Henry —ahí es nada—; jugador clave en el ascenso del filial de la Real Sociedad; y aprendizaje en Cádiz y Mallorca, curtido en primeras líneas de fuego y futboles de distinto acento. A estas alturas, suma ya 89 partidos como profesional, incluido el escaparate de la UEFA Europa League.
No faltan, como en todo lo que rodea al Athletic, los debates de siempre. ¿Encaja Navarro en esa “Filosofía” casi sagrada de San Mamés, esa que convierte a los fichajes en actos de fe? El club defiende su legitimidad a capa y espada: navarro de nacimiento, con ADN del norte y formación en cantera amiga. Para los guardianes de las esencias, respuesta contundente. Para los que buscan fútbol, nuevo motivo para ilusionarse.
Navarro, por su parte, desembarca en Bilbao con los ojos cargados de ilusión. Habla de ambición, de crecer al ritmo de un Athletic que va en serio y solo mira hacia arriba. “Vengo convencido, con muchas ganas de aportar”, dice el protagonista, sin rodeos ni tópicos. Palabras sinceras, de alguien que sabe a dónde llega y lo que puede ofrecer.
Mikel González, director general y voz autorizada en Lezama, pone la guinda: “Es una oportunidad. Su técnica, polivalencia y experiencia, pese a la juventud, nos van a dar mucho”. Y no le falta razón. Porque, en el Athletic, los refuerzos no se aparentan: se sienten. Y Robert Navarro ya es uno de los suyos. El verano ha arrancado en Bilbao con un nuevo león dispuesto a rugir. Y huele a buen fútbol.