El adiós de dos leyendas, Kroos y Modric, ha dejado un hueco de oro en la sala de máquinas blanca. Florentino Pérez lo sabe. José Ángel Sánchez lo tiene grabado a fuego en la agenda. Y por eso, el club ya se mueve al ritmo del mercado, oteando promesas y apuntando nombres que valen su peso en sueños y en futuro. Ahora, todas las miradas apuntan a un chico neerlandés de apenas 19 años: Kees Smit, mediocentro del AZ Alkmaar, MVP del último Europeo Sub-19 y, dicen los que le ven jugar, uno de esos talentos que no se puede dejar escapar.
En los despachos del Bernabéu hay optimismo. El Madrid no quiere dar pasos en falso, pero sí ha acelerado las gestiones. Se habla de un principio de acuerdo por el traspaso rondando los 25 millones de euros, una cifra considerable para un joven cuyo valor de mercado aún se mantiene, oficialmente, en cinco millones. Así de claro: el fútbol de Smit es un billete directo a la élite y no se cotiza barato.
La competencia, eso sí, es de aúpa. Chelsea, Tottenham, Manchester City, United, Bayern de Múnich, Ajax… Todos a la cola, todos al acecho. Pero el club blanco tiene algo que pocos pueden igualar: un proyecto ganador y la promesa de seguir confiando en la juventud. Franco Mastantuono y Arda Güler ya son símbolos de esta nueva era. Smit podría ser el siguiente. Su entorno, que no da puntada sin hilo, ve con buenos ojos el desafío del Bernabéu. Al chico le seduce el reto, y hasta su sonrisa tiene acento madrileño.
En la última temporada con el AZ Alkmaar, Smit ha firmado unos números notables para su edad: 30 partidos, dos goles, dos asistencias, y ese fútbol cerebral, preciso, de brújula en la medular, que recuerda, y no es casualidad, al mismísimo Toni Kroos. Mide 1,85, abarca campo, manda y distribuye con una madurez impropia de su edad. Solo así se explica que tenga contrato hasta 2028 con uno de los clubes que mejor trabajan la cantera en los Países Bajos.
¿Será Smit el elegido para liderar el nuevo centro del campo blanco? La apuesta es firme. El Madrid quiere rejuvenecer sin perder talento y calidad. Con Smit, podría tener ambas cosas. El futuro se está cocinando en la planta noble de Chamartín. Y créanme, con chicos así, el futuro pinta blanco y radiante.