El Benfica se fija en Pablo Torre

El joven talento cántabro, que prometía tardes de magia en la medular azulgrana, se encuentra ante una encrucijada decisiva: Hansi Flick, el recién instalado inquilino del banquillo culé, le ha dejado claro que no entra en sus planes. Y en este mundillo, cuando no eres imprescindible, la mejor jugada es moverse.

Pablo Torre, tan eléctrico como vertical, tan descarado como inteligente sobre el verde, se debate entre la nostalgia de lo que pudo ser en Barcelona y la sed de minutos, partidos y confianza que cualquier futbolista necesita para convertir promesas en certezas. Tiene contrato hasta 2026 y un valor de mercado modesto —6 millones de euros—, pero lo suyo no es una cuestión de cifras; es de ambición y hambre de protagonismo.

El mapa de destinos de torre es tan amplio como el horizonte al que aspira un chico con el futuro por delante: Osasuna, Valencia, Sevilla, Celta, Betis, Mallorca, Real Sociedad… En LaLiga no le faltan novias. Pero si hay un país que ha levantado la mano con más fuerza, ése es Portugal. Allí, dos gigantes no se quitan el sueño tratando de hacerse con el jugador. El Porto, que ya lo fue a buscar la pasada temporada, pero se quedó en la orilla, ha visto cómo el Benfica se le adelantaba en esta carrera.

Las águilas lisboetas, expertos en transformar promesas en oro —literal, solo hay que mirar los millones que han sacado por Enzo Fernández, João Félix y compañía—, han visto en Torre la pieza exacta para propulsar su centro del campo y seguir peleando por títulos. El club de Da Luz, siempre con el radar encendido para detectar talento antes que nadie, ha superado al Porto en esta puja y está dispuesto a mimar al futbolista con minutos, confianza y un papel protagonista que en Barcelona ya se le niega.

Ni la Bundesliga —con el Bayer Leverkusen al acecho— ni la Serie A —la Lazio también se ha interesado— escapan ya a la órbita de un jugador por el que suspiran equipos franceses, ingleses y holandeses. Todos saben que, si le das confianza y regularidad, puede acabar explotando. A sus 21 años, Torre no quiere vivir de recuerdos ni aguardar una oportunidad que en el Barça, hoy por hoy, parece más utopía que posibilidad.

En la Ciudad Condal, el centro del campo está más congestionado que la Rambla en agosto. Y Pablo sabe que el tiempo corre, que el fútbol no espera, y que la decisión que tome en este verano puede ser determinante para su trayectoria. El Benfica puede ser su trampolín, el lugar donde el diamante, por fin, brille. Porque si algo no se negocia en este negocio es el hambre de jugar.

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