El Barcelona no cuenta con Andreas Christensen

Cuando Andreas Christensen aterrizó en el Camp Nou, allá por 2022, llegó con la mochila de la discreción, las espaldas anchas y una defensa de manual bajo el brazo. A día de hoy, dos años después, el danés sigue caminando por la vida del Barça con el perfil más bajo posible, pero con la dignidad intacta: nunca ha levantado la voz, nunca ha pedido un euro de más y nunca ha protestado por el papel que le ha tocado desempeñar. Ahora, el central de los 1,87 metros y sonrisa tímida afronta uno de esos veranos en los que la vida te pone a prueba… Y el oro saudí empieza a tentar.

Contrato en el limbo, futuro en el aire

Christensen, con contrato hasta junio de 2026, disfruta de los días en Barcelona sin ninguna oferta sobre la mesa para renovar. El club, consciente de su valor y experiencia, se debate entre dejarlo o invitarle a firmar el contrato de su vida lejos de la Ciudad Condal. Al Nassr, la armada saudí que quiere construir un imperio futbolístico a golpe de talonario, ha puesto su mira en el danés y le promete un salario de esos que harían dudar hasta al santo Job. Para qué engañarnos: la oferta es monstruosa y le permitiría firmar el último gran contrato de una carrera azotada por las lesiones.

La realidad, sin embargo, es que Christensen sigue siendo un tipo de principios. No ha levantado ni una ceja, no ha movido un músculo que invite a pensar que quiera hacer las maletas. Su prioridad es clara: terminar el contrato que firmó, sudar hasta la última gota vestido de azulgrana y, cuando el reloj marque 2026, decidir si da el salto o si busca un último baile en Europa. Pero el fútbol es una ruleta rusa constante y a veces, el dinero habla y grita más fuerte que el corazón.

Flick, convencido; la plantilla está saturada de defensa

Hansi Flick, el nuevo jefe del vestuario culé, sabe que Christensen es un seguro de vida: elegante con el balón, serio en la marca, capaz incluso de jugar como mediocentro. Pero Flick no engaña: la realidad dicta que Cubarsí y un Íñigo Martínez renovado son los elegidos para ejercer de mariscales. ¿Y el resto? Pues hay fila: Araujo, Koundé, el recién renovado Eric García… tanto es así, que la dirección deportiva dio portazo a Jonathan Tah, porque si de algo va sobrado este Barça es de centrales.

Este paisaje convierte a Christensen en el mejor invitado a la fiesta de los millones saudíes: no es urgente que se quede, pero tampoco sobra. No hay prisa, no hay presión: en el club se valora su profesionalidad, pero si decide probar suerte en el fútbol del desierto y ve multiplicado su sueldo, nadie le frenará el paso. La puerta está entreabierta, la decisión es solo suya.

¿Despedida azulgrana a precio de oro?

El mercado da su veredicto: 12 millones de valor, pero el Barça escuchará ofertas entre 5 y 10. Un negocio redondo si tenemos en cuenta que llegó gratis y que, a sus 29 años, el danés podría dejar algo de caja antes de embarcarse en la última cruzada de su carrera.

Quizá, cuando acabe el verano, el gigante silencioso diga adiós. Si decide irse, lo hará por la puerta de los caballeros: nunca fue un ruido, siempre fue una garantía. Y si decide quedarse… El Barça, al menos, podrá contar con un central de hierro y un profesional sin tacha. Porque Andreas Christensen nunca fue portada de escándalos, pero siempre fue noticia cuando el balón quemaba.

Así es el fútbol, ese mundo de silencios y gestos. Y el de Christensen, al menos aquí, siempre fue el de los tipos serios. Puede que el cebo saudí brille, pero la dignidad, en el Camp Nou, siempre tiene sitio en el vestuario. Y eso, en los tiempos que corren, es más valioso que una chequera de petróleo.

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