Rodrygo es el sueño imposible, la fruta en la rama más alta. En el Emirates sueñan con sus carreras, su talento puro y su fragilidad de niño brasileño en cuerpo de ídolo mundial. El Arsenal sigue empeñado en vestirse de galáctico, pero los caminos del fútbol, como la vida, a veces tienen atajos inesperados. En medio del debate, de las dudas y de la lista de deseos, aparece un nombre propio: Maghnes Akliouche. Un zurdito francés, extremo hecho en la cantera del Mónaco, que empieza a sacar la cabeza en el fútbol serio y que ha despertado el interés de Andrea Berta, el hombre de los fichajes discretos pero brillantes.
Akliouche, que no necesita tarjetas de presentación en la Ligue 1 ni en la Champions, está harto de vivir a la sombra de los focos. 23 años, internacional en categorías inferiores con Francia, y una cifra que impresiona: 7 goles y 12 asistencias en 43 partidos en la última temporada. Un número modesto para el gran público, un tesoro para los que viven el fútbol con lupa. Porque lo de Akliouche no son los goles de Instagram y las acrobacias de Twitter: lo suyo es el pase que nadie ve, la asistencia imposible y el regate en la baldosa. Es zurdo puro, juega pegado a la banda derecha pero se le ve cómodo en cualquier lado del campo. Cuando la pelota le llega a él, hay una pausa mínima, un latido de esperanza y la sensación de que puede ocurrir cualquier cosa.
Hay algo que el hincha del Arsenal entenderá: Akliouche no es, ni pretende ser, un extremo que se hincha a goles. Su instinto es otro, más cerebral, más generoso. Genera más oportunidades que goles convierte, muchas veces condenado por la inoperancia de sus compañeros en la definición. Pero en el Emirates no son tontos y, a golpe de datos, saben que Maghnes brilla donde otros se apagan: crea tiros, mete el balón de fuera hacia dentro y pisa área rival con una naturalidad descarada. Un futbolista de los que cambian partidos, de los que piden el balón cuando las papas queman.
En el apartado defensivo, Akliouche es un lujo poco valorado en jugadores de su posición. Sus “robos”, esas ayudas en la presión alta y su manera de recuperar el balón, le han puesto en los primeros percentiles de la élite europea. Y aunque no regatee récords de goles como los extremos de Arteta, sí aporta sacrificio, trabajo táctico y constante presencia en la creación de juego.
Eso sí, en Londres lo ven como una apuesta de futuro. El Arsenal sabe que, si se abre la opción de Rodrygo, el brasileño es el fichaje de campanillas para dar el salto de calidad en la Premier y en Europa. Akliouche, con sus 45 millones de valor de mercado y contrato hasta 2028, se presenta más como plan B, aunque para Berta y el cuerpo técnico es un “tapado” de quilates.
El Arsenal se mueve entre la ilusión de Rodrygo y la fascinación por el talento inexplorado de Akliouche. Arteta, que no da puntada sin hilo, sabe que a veces el futuro se escribe con nombres poco habituales. Y si la vida va de atrevimientos, quizá en el Emirates estén a punto de apostar por el chico que lo ve todo medio segundo antes que los demás.