Johnny Cardoso, el joven pivote estadounidense que ha cautivado a media España con su despliegue, pondrá rumbo a la capital para vestir la camiseta del Atleti y cobrar protagonismo en la pizarra de Simeone. El club colchonero ha cerrado una operación de campanillas: 30 millones de euros para convencer al Real Betis y vestir de rojiblanco al motor de Pellegrini.
La historia tiene el guion de las grandes novelas de verano. El Atleti necesitaba músculo, cabeza y futuro en el centro del campo. Quería sangre fresca, piernas incansables y, sobre todo, fútbol con mayúsculas. Y Cardoso reúne todas esas condiciones. Mide 1,86 metros, tiene 23 años, y un valor de mercado de 25 millones, pero para muchos expertos ya vale mucho más por lo que hace pisando el césped. Porque en sólo una temporada con el Betis, Cardoso ha demostrado que es el pivote que no se esconde jamás: de los que muerden al rival, dan la primera salida y se suman al ataque cuando el guion lo pide.
El Betis apostó fuerte el pasado año, pagando 6 millones al Internacional de Brasil, y se lleva una inyección de dinero –casi cinco veces más– tras ver cómo Cardoso ha sido uno de los fijos intocables de Manuel Pellegrini. No hay más que ver los números: 46 partidos, 4 goles, y la certeza de que el mediocentro ha crecido a pasos agigantados en LaLiga. Un futbolista que no conoce el vértigo del Villamarín y que ahora salta al escenario grande: un Atleti hambriento de títulos, exigencia y sueños grandes.
El club de la ribera del Manzanares suma a un joven con oficio, físico y muchísima personalidad. Cardoso no es sólo pulmón; es inteligencia, es criterio en la salida y es ese carácter competitivo que Simeone exige a sus jugadores como si fuera un mandamiento. Detrás de ese fichaje hay algo más que números. Hay una apuesta descarada por un perfil de jugador que, sin perder la energía, sabe ser pausa y motor, brega y talento.