Ansu Fati jugará en el Mónaco la próxima temporada

Hay historias en el fútbol que duelen, porque encierran un interrogante que nunca sabremos responder: ¿qué habría pasado si las lesiones hubieran dado una tregua a Ansu Fati? Hoy el chico prodigio que deslumbró en el Camp Nou, el heredero de la magia, el niño que hizo soñar a toda una generación de culés, prepara su adiós. Se va del Barcelona este verano, con aire de despedida contenida y la maleta repleta de ilusiones nuevas. Su destino, salvo giro inesperado, será el Mónaco.

No ha sido una decisión sencilla. Ansu se va porque no le queda otra. Flick, el nuevo inquilino del banquillo azulgrana, ha hecho números y cuentas: para él, Ansu va a ser actor secundario. Y nadie quiere estar relegado al fondo del vestuario, mirando la vida pasar desde el banquillo.

El viaje a tierras monegascas ha estado a punto de naufragar en varias ocasiones. El salario de Ansu, 12 millones de euros por temporada, suponía un Everest para cualquier club que quisiera apostar por él. El Mónaco solo estaba dispuesto a subir hasta el 40% de esa cifra. Los despachos del Barça vivieron días de tensión: cederlo, venderlo, incluir opción de compra… Todo era negociable dentro de un mercado que se mueve por dos palabras: necesidad y oportunidad.

Pero las cosas han cambiado en los últimos días. El acuerdo se ha acelerado. El Mónaco tiene prisa por cerrar su plantilla y el Barça debe liberar espacio salarial con urgencia, con la vista puesta en inscribir a jugadores como Joan García y Nico Williams. Por si fuera poco, la dirección deportiva baraja una operación salida de mayor calado: Iñaki Peña, Pablo Torre, Pau Víctor y quién sabe si alguno más puede buscar billete fuera.

Ansu Fati solo ha jugado once partidos esta temporada. Un total de 298 minutos que traducen el frío de un banquillo ingrato. No ha encontrado continuidad ni confianza. Su valor de mercado, ese termómetro cruel, ha caído hasta los 5 millones de euros. Y Flick ha dejado clara su postura (“lo mejor es que busques minutos en otro sitio”), el mensaje no puede ser más nítido: o te vas o desapareces del mapa.

Para el Barcelona, la operación tiene lógica. Hay que liberar masa salarial, ajustar el límite y equilibrar las cuentas. El Mónaco asume gran parte de la ficha y puede incluir una opción de compra. El chico quiere minutos, sentirse futbolista de nuevo y volver a disfrutar. Sabe que en el Principado encontrará un contexto para renacer, volver a ser ese jugador atrevido, veloz y rebelde que maravilló hace tres temporadas.

Ansu Fati elige cruzar la frontera. Piensa, imagina y sueña con volver a ser. El Mónaco es una apuesta para recuperar sensaciones, dejar atrás la sombra del banquillo y demostrar —a quienes dudan— que tiene mucho fútbol en las botas. El Barcelona le dice adiós, aunque no sea definitivo. Porque en el fútbol, como en la vida, a veces hay que torcer el camino para encontrar la mejor versión de uno mismo.

Que la suerte te siga, Ansu. El fútbol tiene memoria, y el futuro sigue teniendo tu nombre.

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