Iván Jaime y el Valencia CF son la prueba viva de ese destino caprichoso que siempre deja un capítulo más por escribir. Ambos buscan reencontrarse. El uno, porque no encuentra su lugar en Oporto y sueña con resarcirse en Mestalla. Y el otro, porque sabe de sobra que aquí hay un talento por explotar, un diamante por pulir y una revancha pendiente.
El mediapunta malagueño es la viva imagen de aquel futbolista con algo por demostrar. Llegó cedido al Valencia en el pasado mercado invernal, procedente de un Porto que, tras ficharlo desde Famalicão por 10 millones, no le dio ni confianza ni minutos: apenas 350 en 11 partidos, condicionados también por una inoportuna lesión de seis semanas. Un futbolista de calidad, con un don para romper líneas y dar el último pase, pero estancado en Do Dragão y necesitado de un lugar donde desplegar su fútbol. Ese lugar, para Iván Jaime, sólo puede ser Mestalla.
Y ojo, porque el chico lo tiene claro: quiere quedarse en Valencia, quiere vestirse de blanquinegro y, sobre todo, quiere brillar. Descartó otras ofertas sin titubear. No busca equipo, busca casa. Y el Valencia, sabedor de su potencial, busca fórmula para que la historia no quede en un simple cameo de invierno, sino en una relación duradera. Carlos Corberán, nuevo jefe del banquillo, cree en Iván Jaime, confía en su fútbol y está convencido de que puede ser la guinda que dé vuelo a una mediapunta con talento, llegada y, lo que es más importante, hambre.
Las oficinas ya se han puesto manos a la obra para intentar repetir la jugada del pasado curso: una cesión con opción de compra no obligatoria, ya que un traspaso es ahora mismo un imposible. No por ganas, sino por números: el Porto, pragmático, espera sacar tajada —más de 10 millones de euros—, pero el Valencia no puede ni soñar con una cifra así, mucho menos viendo que el valor de mercado del jugador ronda los 5 millones. En la anterior cesión, la opción de compra estaba cifrada en siete millones fijos más uno en variables, pero la entidad ché, con la calculadora en la mano, no pudo lanzarse.
Ahora, el escenario es similar: los lusos quieren hacer caja y encontrar comprador, pero el futbolista sólo piensa en la avenida de Suecia. La insistencia es total. Iván Jaime quiere futuro y gloria en Mestalla. En 10 partidos ya dejó varios destellos: visión, manejo y desparpajo. Le falta continuidad, minutos y confianza. Ésa que nunca tuvo en Portugal y que aquí empieza a sentir, por fin, suya.
Habrá que ver si los malabares financieros hacen el milagro. Pero la voluntad existe. El Valencia quiere a Iván Jaime. Iván Jaime solo quiere al Valencia. La afición espera con atención. Y el fútbol, siempre caprichoso, se relame: esta historia aún tiene cuentas por saldar. Si el reencuentro se da, que nadie dude de que, esta vez sí, podremos ver el verdadero fútbol de Iván Jaime vestido de blanquinegro.