El Atlético de Madrid, ese club que no entiende de caminos fáciles, vuelve a poner el pie en la puerta del mercado y lo hace apostando fuerte, con la decisión y el pulso firme de quien sabe lo que quiere. Lo de Álex Baena no es un simple fichaje: es una declaración de intenciones, un golpe sobre la mesa para mirar a los ojos, sin complejos, al futuro del fútbol europeo. El acuerdo ya está muy avanzado, y sólo faltan los últimos flecos para que la llegada del chico de Roquetas de Mar sea oficial.
En la trastienda de los despachos, Villarreal y Atlético han acercado posturas durante semanas. El entendimiento con Baena lleva tiempo cocinándose, lento y seguro. Baena, de 24 años, rechazó una oferta de Arabia en enero para apostar por el Atlético. Su prioridad era clara: la élite, la Champions, el fútbol serio. Por eso, cuando el Atlético llamó, no dudó. Firmará por cinco temporadas.
Baena llegaría justo a tiempo para disputar el Mundial de Clubes, el primer gran reto de la temporada. En el Metropolitano se apresuran a cerrar la operación antes del 10 de junio, fecha límite impuesta por la FIFA para inscribir jugadores en esa competición. El club y la afición están ilusionados con este refuerzo.
La operación se cierra con un intercambio de jugadores. Rodrigo Riquelme se va al Villarreal, tras no encontrar su sitio en los planes de Simeone. Riquelme es una pieza valiosa del mercado nacional y busca minutos y crecimiento bajo la dirección de Marcelino. El Villarreal confía en él para relanzarlo.
En la foto final, el Villarreal pierde a un referente de su cantera, un jugador que ya había demostrado su talento en Primera con el Girona. En las dos últimas temporadas, Baena ha firmado 93 partidos, 17 goles y 20 asistencias. Su valor de mercado, entre 40 y 50 millones, refleja su potencial. Tenía contrato hasta 2028, pero el tren, ya se sabe, sólo pasa una vez.
En cuestión de días, si todo va según lo previsto, el Atlético y Baena harán oficial el fichaje. Es un movimiento de peso, con ambición, que puede abrir nuevas puertas en el Metropolitano. Baena llega para dejar huella, para vestirse de rojiblanco en el gran escaparate internacional. Es una apuesta en la que todos ganan: el Villarreal, el Atlético, y sobre todo, el fútbol.