Andrew Robertson, en la agenda del Atlético de Madrid

Andrew Robertson se asoma al abismo de la duda. El eterno pulmón de la banda izquierda de Anfield, ese que ha cabalgado con alma escocesa durante ocho temporadas, mira al horizonte sin saber si encajará el peto rojo de los Reds o se enfundará la rojiblanca de un Atlético de Madrid que sueña con su fiereza. Las certezas se tambalean, y el fútbol, ya se sabe, es caprichoso como pocos. El héroe de mil batallas está en el centro de la diana.

Desde 2017, Robertson ha sido uno de esos jugadores que definen a un equipo. Humilde en las formas, incansable en el esfuerzo, dejó atrás el anonimato del Hull para convertirse en una leyenda de Liverpool a base de sudor, entrega y más de una carrera interminable por la banda. 342 partidos, 11 goles y una lista de títulos que cualquier jugador envidiaría. Pero en el fútbol, lo de ayer pesa lo justo. Y el reloj, para todos, nunca perdona: 31 años, contrato hasta el próximo verano y una sensación agridulce de final de ciclo.

El rumor no es nuevo, pero retumba con fuerza: el Atlético de Madrid va muy en serio. El Cholo quiere reforzar el costado zurdo y la dirección deportiva del club colchonero señala a Robertson como el fichaje ideal. Experiencia europea, carácter competitivo y un currículum ganador. Todo lo que un aspirante al título puede soñar. Ahora bien, en el tablero del mercado hay una pieza más: Milos Kerkez. El joven lateral del Bournemouth está cerca de abrir la puerta de salida a Andy en Liverpool, un movimiento que podría ser más que un relevo, un cambio generacional.

Pero ojo, que los cambios nunca son fáciles en Anfield. Arne Slot, nuevo técnico de los Reds, tiene claro que Robertson sigue siendo una pieza valiosa. De hecho, su protagonismo esta temporada habla claro: 45 partidos disputados, cuatro asistencias y una presencia innegociable en la rotación, incluso con la lupa mediática señalando que su nivel ya no es el de antaño. Slot aprecia su liderazgo, su ascendencia en el vestuario y la huella que deja en cada entrenamiento. No será sencillo decir adiós.

El propio Robertson ha tirado de honestidad y elegancia a la hora de hablar de su futuro. “La verdad, no sé dónde voy a jugar la próxima temporada“, confiesa, sin dramas. Un año más de contrato por delante, 18 millones de valor de mercado y la certeza de que el Liverpool, aunque no le cierra la puerta, tampoco le frena la salida. Si no renueva o es transferido este verano, podría marcharse libre. Se avecina un verano de cuchillos largos en los despachos.

Mientras tanto él, ajeno al ruido, prefiere disfrutar de su familia, de unas vacaciones bien merecidas y de la pretemporada que está por venir. Ajeno, sí, pero con los oídos atentos. Porque sabe que, después de ocho años defendiendo la camiseta de los Reds, lo que haga ahora será clave. Liverpool le debe cariño, respeto y gratitud. El Atlético le ofrece un último gran tren en la élite europea. Habrá que esperar.

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