El Bayern Leverkusen se interesa por Loïc Badé

Si algo tiene el fútbol, además del aroma del césped recién cortado y la euforia de una grada entregada, es que las buenas piezas no están nunca a salvo de las miradas ajenas. Loïc Badé, el central francés del Sevilla, sabe que su nombre está subrayado en rojo en la libreta de Erik ten Hag para reforzar, y de qué manera, el eje de un Bayer Leverkusen que se ha acostumbrado a mirar alto y a comprar caro después de su histórica temporada. Pero el deseo no siempre es sinónimo de realidad y mucho menos cuando hay dinero y voluntades de por medio.

El Leverkusen quiere a Badé. Lo tiene claro. Busca un central solvente, físico, de gran colocación y, sobre todo, alguien fiable para cubrir la baja de Jonathan Tah. Y Badé encaja como anillo al dedo en ese perfil. No en vano, sus 1,91 metros, sus 25 años y el poso de veteranía que da jugar 60 partidos en dos campañas con uno de los clubes más exigentes de España, no es poca cosa. Tres goles, una asistencia y mucha jerarquía atrás: no es casualidad que el cuadro alemán haya posado sus ojos en él.

El problema es que las historias de amor, incluso las futbolísticas, solo funcionan si hay reciprocidad y si los intereses se alinean. Hasta la fecha, el Leverkusen no ha puesto el dinero sobre la mesa del Sánchez-Pizjuán. Ni oferta formal, ni papeleo, ni reuniones a cara perro. Sin billete, no hay asiento en este tren. Y el Sevilla, que ya hizo el negocio redondo trayéndose a Badé del Stade Rennes por 12 millones en junio de 2023, no está dispuesto a regalar a una de sus joyas. Piden 30 millones. Ni uno menos. Y si el Leverkusen de verdad quiere sentarse a negociar, sabe perfectamente que ese es el precio de la entrada para este espectáculo.

Pero ojo, porque aquí aparece el factor Badé. El francés tampoco es de los que se deja marear por cantos de sirena. Hace un año, le dijeron “vente” desde Stuttgart y puso pegas; en invierno, el Aston Villa tentó su ambición británica, y volvió a decir “no, gracias”. La única llamada que le hizo dudar fue la de la Roma, pero llegó tarde, tan tarde que el mercado se cerró antes de que pudiera deshacer la maleta. Decisión compartida con el club: continuidad, y proyecto a largo plazo.

La pelota, por tanto, está picando en mitad del campo. El Sevilla espera movimientos, pendiente de ponerle nombre y apellidos al próximo entrenador para no mover ficha a ciegas. Badé tiene contrato largo, hasta 2029, y su valor de mercado ronda los 25 millones de euros. El Leverkusen tiene dinero, sí, pero también sabe que, además de convencer al club de Nervión, tiene que seducir al propio central para cerrar la operación. Y eso exige más que un simple sobre con varias cifras.

Con todo, no sería descabellado imaginar que, antes del 30 de junio, el futuro de Badé esté resuelto. Dependerá de la firmeza del Sevilla, de la ambición del Leverkusen y, sobre todo, de la cabeza fría y el corazón caliente de un futbolista que no está dispuesto a irse por menos de lo que vale. El mercado espera. Y entre el runrún de los rumores, Badé mantiene su silencio, ese que tanto incomoda a los que tienen prisa y tanto dice de los que saben esperar su momento. El fútbol, ya saben, es cosa de detalles. Y sólo los muy grandes pueden elegir cuándo y cómo dar el salto.

Badé, pura roca nervionense. El Leverkusen acecha, pero de momento, el Sevilla no se rinde.

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