Javi Guerra cerca del Manchester United

Javi Guerra, el chico que ha enamorado a Mestalla con su fútbol de seda y su carácter de hierro, se encuentra en el centro de todas las miradas. Manchester United, AC Milan y Atlético de Madrid, palabras mayores en Europa, suspiran por vestirle de rojo o de rossonero. Pero, en el corazón del mediocentro de Gilet, no hay lugar para el vértigo ni para las dudas: su prioridad, lo grita a los cuatro vientos, es quedarse en el Valencia.

El club del murciélago no es ajeno a los rumores ni a los cantos de sirena. Por eso ha movido ficha. Esta semana, sin dejarse intimidar por la llegada de superpotencias extranjeras, ha citado al propio Javi Guerra para sentarse a negociar su renovación, justo cuando aterriza en la ciudad Ron Gourlay. El mensaje es claro: Valencia no baja los brazos, quiere blindar a su joya y empieza a hacerlo desde el despacho, mirando a los ojos a su futbolista franquicia.

Guerra tiene contrato hasta 2027 y una cláusula galáctica de 100 millones de euros. No es frase hecha, es la barrera que debe saltar cualquiera que pretenda llevárselo sin pasar antes por la sonrisa y el visto bueno de Mestalla. El interés de Manchester United y Milan se dispara, pero Javi ha dejado claro que no tomará ninguna decisión sin conocer primero las intenciones reales del Valencia. Ante las dudas, contactos y ofertas, el chico pide hechos, no promesas.

Para Guerra, no todo es cuestión de dinero ni de glamour europeo. Lo ha repetido con una madurez inusual para su edad: desea triunfar vestido de blanquinegro, pero espera que el club de su vida le presente un proyecto deportivo valiente y estimulante. Es una declaración de intenciones y, también, una invitación a la directiva: toca mojarse, dar pasos adelante y demostrar que el futuro es posible en Valencia.

El club, pese a las turbulencias económicas y la incertidumbre que acompaña el camino, ha decidido priorizar a su generación dorada. Nada de traspasos bajo cuerda ni ventas de saldo. Solo renovaciones a gente como Guerra, símbolo de pertenencia y motor de esperanza para una ciudad que sueña con volver a ser grande. En Valencia se sabe que, si se quiere recobrar la fe, hay que empezar por asegurar el talento que ya tienes en casa.

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