Rodrygo rechaza al Al-Nassr de Cristiano

La vida en el Real Madrid no regala nada, ni perdona distracciones. Rodrygo Goes, el joven talento brasileño que aterrizó en Chamartín en 2019 entre luces y promesas, sabe bien de lo que hablamos. A sus 24 años, con una zurda afilada y un regate eléctrico, su carrera en el Madrid ha sido una montaña rusa, y ahora, en plena madurez futbolística, llega el punto de inflexión.

Después de un tramo final de temporada donde ha ido perdiendo protagonismo y minutos, sobre todo en el siempre fiscalizador escaparate del Mundial de Clubes, han estallado todas las alarmas. El ruido mediático no ha tardado, los rumores vuelan y el eco sugiere que Rodrygo podría cambiar de aires este verano. Y como diría un sabio del vestuario, cuando el río suena, agua lleva.

Desde Arabia Saudita, el Al Nassr mueve ficha y no es un equipo cualquiera: ahí juega Cristiano Ronaldo, ex de la casa blanca y espejo al que mirarse. La tentación es grande, el interés del club saudí es real y firme, pero Rodrygo, al menos hoy, resiste la presión. Rodrygo ha dejado claro en Valdebebas que la opción saudí no le seduce por ahora… aunque faltan casi dos meses para que el mercado cierre y en el fútbol, las historias pueden cambiar de la noche a la mañana.

El futuro del extremo es un enigma. Él quiere quedarse, luchar y revertir la situación —quiere seguir vistiendo de blanco y demostrar que es futbolista de escudo grande y noches europeas—, pero tampoco cierra la puerta si algún gigante pone encima de la mesa una oferta mareante. Por contrato, tiene anclaje en Madrid hasta 2028. Y ojo, su valor es de 90 millones de euros. Nadie le va a regalar.

En la dirección deportiva lo saben y lo asumen. Rodrygo ha jugado 53 partidos esta campaña, ha marcado 14 goles y ha repartido 10 asistencias. Números que, si bien no son tan estridentes como los de otros galácticos, reflejan una regularidad y trabajo en la sombra que no se ve desde la grada. El chico del Santos por el que se pagaron 45 millones va camino de la madurez y no quiere decir adiós antes de tiempo.

Mientras los despachos se preparan para un agosto frenético, Xabi Alonso —voz autorizada y de mirada tranquila— apuesta por Rodrygo. Confía a pecho descubierto en la actitud del brasileño y en esa determinación para buscar el sitio que un día fue suyo en el once titular. No pierde la fe en que volverá el mejor Rodrygo.

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