Si algo nos ha enseñado el mercado de fichajes es que los grandes movimientos no entienden de geografías ni de continentes: el balón rueda igual en Londres que en Riad, pero el dinero, ese sí, habla con acento saudí. Al-Nassr, el club que hace tiempo dejó de coquetear con la extravagancia para abrazar la ambición, quiere dar un golpe encima de la mesa y lo quiere ya: Gabriel Martinelli, el puñal brasileño del Arsenal, es el nuevo y codiciado objetivo.
En Al-Nassr tienen claro el guion: tras la marcha casi exprés de Jhon Duran —el colombiano que apenas ha durado seis meses en la plantilla antes de poner rumbo al Fenerbahce de Mourinho— hay un gran vacío en el frente de ataque. Y para tapar ese hueco, el director deportivo saudí no ha escatimado en sueños ni en chequera. El primer asalto fue Luis Díaz, la flecha del Liverpool, pero Anfield cerró la persiana y puso el cartel de “no se vende”. Sin embargo, donde otros dicen no, Al-Nassr responde con billetes.
La apuesta es clara, directa y seductora: cerca de 73 millones de libras por Gabriel Martinelli. Casi nada. Un cañonazo que sacude los cimientos del Emirates y coloca al brasileño en el escaparate más dorado del planeta fútbol. Con solo 24 años, Martinelli es la joya que Mikel Arteta acaricia en cada partido, un chico que llegó en 2019 por siete millones del modesto Ituano y cuyo valor se ha multiplicado hasta los 55 ‘kilos’ según las últimas tasaciones. Y no es para menos: esta temporada, el extremo izquierdo ha jugado 51 partidos, firmando 10 goles y regalando 5 asistencias. Un cuchillo al espacio, un pulmón en la banda, uno de esos futbolistas a los que el hincha del Arsenal le canta con la voz rota porque representa el sueño de cualquier ‘gunner’: juventud, talento, desborde y compromiso.
El movimiento no es menor. El Emirates tiembla, los aficionados se rasgan las vestiduras en foros y redes sociales y nadie duda de que la posible marcha de Martinelli sería una bomba de profundidad para los de Londres, que han blindado a su estrella hasta 2027 con un vínculo que incluye un año opcional más. No es solo perder a un jugador: es perder una promesa de presente y futuro, una pieza clave en la maquinaria de Arteta que puede marcar diferencias en Europa. Y, en el fondo, es el enésimo pulso entre el dinero saudí y el prestigio europeo, una historia cada vez más habitual y menos anecdótica.
Al-Nassr va con todo. El reto es mayúsculo: convencer al futbolista, negociar con un Arsenal que ya sabe lo que es ver cómo se llevan a sus mejores perlas y, sobre todo, consolidar esa imagen de club capaz de competir en las grandes ligas… pero desde el desierto. Martinelli está en el punto de mira y, si el dinero no lo es todo, cada vez manda con más contundencia en el fútbol global.